El tiempo...

¿Quién no ha querido alguna vez que se detuviese... que dejase de existir?

Convertir un momento en algo eterno. Los primeros pasos de un niño, contemplar la inmensidad del mar,

un bello atardecer, una mirada, una sonrisa, un beso...

Todos esos instantes que quisiéramos que no acabasen jamás.

Quizá no sea un sueño tan imposible... la fotografía nos permite hacerlo realidad.

 

Siempre he pensado que las cámaras de fotos son pequeñas máquinas del tiempo que nos permiten capturarlo,

para después catapultarnos de pronto al pasado un día cualquiera.

¿Quién no ha sentido que por un instante regresa a su infancia mientras repasa un puñado de fotografías 

antiguas de campamentos de verano, viajes de fin de curso y primeros cumpleaños?

Todos alguna vez mirando una fotografía hemos sentido como la nostalgia recorre nuestras venas.

 

Me gusta la fotografía porque es algo que forma parte de nuestra vida.

 

En especial los retratos de niños, porque cada vez que retratas a un niño estás retratando algo

de lo que este mundo esta falto, la inocencia.

Porque los niños son vivaces, son curiosos, son alegres, son sinceros,

son así de maravillosos y especiales,

en una fugaz etapa que es la mejor de nuestra vida y merece ser recordada.

 

En esta página podéis ver una selección de mis fotos. Puede que unas os gusten y otras no tanto.

Pero para mí todas son especiales, por el lugar donde fueron tomadas o por quienes aparecen en ellas.

Todas tienen una historia que contar, todas forman parte de mi vida y de mi tiempo...

y eso es lo importante.